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Carta al Director
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Disponible online el 7 de Marzo de 2023
Barttin en inglés, ¿y en español?
Barttin in English, and in Spanish?
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Víctor M. García Nietoa,
Autor para correspondencia
vgarcianieto@gmail.com

Autor para correspondencia.
, Fernando A. Navarrob
a Sección de Nefrología Pediátrica, Hospital Nuestra Señora de Candelaria, Santa Cruz de Tenerife. Coordinador del Grupo de Historia de la Pediatría de la Asociación Española de Pediatría, España
b Médico de palabras, Cabrerizos, Salamanca, España
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Sr. Director,

Entre junio de 1996 y octubre de 1997, Simon et al., mediante el uso de técnicas de genética molecular, permitieron localizar tres genes cuyas mutaciones originan las tres primeras variantes conocidas de síndrome de Bartter. Las proteínas codificadas por dichos genes son el cotransportador sensible a bumetanida y furosemida NKCC2 (síndrome de Bartter de tipo I), el canal de potasio ROMK ATP-sensible que recicla el potasio hacia la luz tubular (síndrome de Bartter de tipo II) y el canal renal de cloro ClC-Kb que extrae Cl en el lado basolateral de la célula (síndrome de Bartter de tipo III). En 1995, Landau et al. describieron cinco niños de una extensa familia beduina consanguínea afectos de síndrome de Bartter asociado a sordera neurosensorial1; esta asociación se denominó síndrome de Bartter de tipo IV. Birkenhäger et al. describieron en 2001, en diez familias con este cuadro, siete mutaciones diferentes en un gen recientemente identificado: el gen BSND. La proteína codificada por este gen se bautizó barttin en homenaje al endocrinólogo estadounidense Frederic Bartter (1914-1984), descubridor del síndrome de secreción inadecuada de ADH y del síndrome eponímico que hoy lleva su nombre. La proteína barttin se colocaliza con los canales ClC-Ka y ClC-Kb en la membrana basolateral de los túbulos renales de las ramas ascendentes delgada y gruesa del asa de Henle y en las células de la estría vascular del oído interno2,3, y funciona como un activador de los canales de cloro ClC-K. La consecuencia de la existencia de mutaciones homocigóticas en el gen BSND es que el ion Cl no puede salir de la célula y no puede ser reabsorbido en la médula renal.

A la hora de escribir o publicar sobre el síndrome de Bartter en nuestro idioma, es lógico que el nefrólogo dude o vacile cuando deba referirse a esta proteína. Dada nuestra actual exposición abrumadora a las publicaciones anglosajonas, el primer impulso —como puede comprobarse en numerosos artículos publicados en español— es mantener la grafía inglesa y escribir también ‘barttin’ (o incluso ‘Barttin’, con mayúscula inicial) en español. Por tratarse de una proteína, no obstante, se impone en español la terminación en -ina y la minúscula inicial, puesto que no estamos hablando de un nombre propio, sino de un sustantivo común de origen eponímico (esto es, derivado de un nombre propio).

¿Y qué hacemos en español con la doble t? Aun cuando no sería del todo incorrecto mantenerla, lo cierto es que en nuestra tradición de nomenclatura científica lo acostumbrado era simplificarla: bartina es, pues, en nuestra opinión, la forma preferible en español. Son multitud los ejemplos que cabe aducir a modo de analogía en defensa de esta simplificación de la doble t: attack (ataque), attention (atención), attraction (atracción), committee (comité), ghetto (gueto), glottis (glotis), matter (materia), pipette (pipeta), posttraumatic (postraumático), psittacosis (psitacosis), sagittal (sagital), spaghetti (espaguetis), tattoo (tatuaje). Que en este caso el término derive de un nombre propio no es óbice para simplificar la doble consonante: la unidad de potencia en el sistema internacional se llama ‘vatio’ en español (con una sola t) aunque derive del apellido del inventor escocés James Watt; el boicot (en inglés, boycott) toma su nombre del británico Charles C. Boycott; y el elemento químico que toma su nombre de la localidad sueca de Ytterby se escribe en inglés ytterbium (con dos t), mientras que en español lo llamamos ‘iterbio’ (con una sola t). Otros topónimos (nombres propios también, pues) en los que se aprecia esta misma simplificación en el paso del inglés al español son la ciudad india de Calcutta (en español, Calcuta, con una sola t), la ciudad holandesa de Rotterdam (en español, Roterdam o Róterdam, con una sola t) y la capital de Malta, Valletta en inglés (pero La Valeta en español, también con una sola t).

Esta diferencia ortográfica clave entre las lenguas española e inglesa se explica porque nuestra ortografía es por encima de todo fonética (escribimos las palabras para que reflejen la forma en que se pronuncian), mientras que la inglesa es por encima de todo etimológica (escriben las palabras para que reflejen la ortografía original en su lengua de partida). Por eso, ellos escriben hypothalamus e hippocampus (el primero con y y una sola p, el segundo con i y doble p) para reflejar que estos formantes proceden de diferentes palabras griegas, mientras que nosotros escribimos igual ‘hipotálamo’ e ‘hipocampo’ porque pronunciamos igual ambos formantes.

En resumen, pues, «Barttin gene mutations cause Bartter syndrome type IV» en inglés, pero «Las mutaciones del gen de la bartina causan el síndrome de Bartter de tipo IV» en español, con una sola t en ‘bartina’, pero con muchas más preposiciones y artículos. Cada lengua tiene su propia forma de expresar el mundo que nos rodea: es la linguodiversidad de nuestro planeta, que, al igual que su biodiversidad, conviene cuidar.

Bibliografía
[1]
D. Landau, H. Shalev, M. Ohaly, R. Carmi.
Infantile variant of Bartter syndrome and sensorineural deafness: A new autosomal recessive disorder.
Am J Med Genet., 59 (1995), pp. 454-459
[2]
R. Estévez, T. Boettger, V. Stein, R. Birkenhäger, E. Otto, F. Hildebrandt, et al.
Barttin is a Cl channel β-subunit crucial for renal Cl reabsorption and inner ear K+ secretion.
Nature., 414 (2001), pp. 558-561
[3]
S. Waldegger, N. Jeck, P. Barth, M. Peters, H. Vitzthum, K. Wolf, et al.
increases surface expression and changes current properties of ClC-K channels.
Pflugers Arch., 444 (2002), pp. 411-418
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